La efervescencia de las plataformas móviles y de las aplicaciones móviles en particular, es indudable.  Se han extendido de manera  muy importante en todos los sectores : la cultura quizás el que recibe  un impacto más directo no sólo desde el punto de vista de la innovación en comunicación sino como potencialidad a desarrollar en cuanto a conceptos como la educación expandida.

Pero ¿qué nos ofrecen estas  apps cuando llegan a nuestro Smartphone después de descargárnoslas al entrar en una exposición?

Podemos reducir estos inputs a dos  ideas que parecen obvias pero que abren posibilidades infinitas en cuanto a fomentar las experiencias en el museo, y de paso, acceder a una audiencia con el objetivo de hacer que se lo pasen bien cuando consumen cultura.  Una de ellas se basa en aumentar las experiencias físicas y otra, en sacar a la calle las exposiciones embebiendolas en el espacio físico. ¿No resultan inspiradoras ambas a las instituciones cuyo principal objetivo es difundir y comunicar Cultura?

Hay estudios que analizan el retorno de inversión que les genera a las empresas la comunicación social, es decir, la participación de los usuarios en redes sociales, con resultados muy interesantes. En esta línea podemos apuntar que es necesario que las organizaciones culturales, y los museos en concreto, apuesten por estas herramientas basadas en el 2.0 como parte de su estrategia de comunicación, más allá del marketing. El museo móvil es el futuro de nuestros centros, por lo que es conveniente que los teléfonos inteligentes se empiecen a integrar como un elemento más de apoyo a la museografía tradicional y a evaluar sus usos y posibilidades. Más que como un enemigo al que controlar dentro de los museos (sobre todo en aquellos centros donde aún sigue existiendo la limitación de fotografiar), el móvil se debe entender como la llave que permita al usuario adaptar y personalizar su experiencia al visitar un espacio cultural.

De lo que no hay duda es de que Internet es ya uno de los canales más utilizados, quizás el que más, para el acceso a la información de los potenciales visitantes a la hora de planificar la visita a un museo, fundación y/o centro cultural. Y esta evidencia sí que es algo que hará que nos planteemos la estrategia a largo plazo como agentes responsables de hacer de la democratización cultural algo más que un slogan bienintencionado.