Nina Simon, autora de  The Participatory Museum un texto de referencia publicado en 2010, es una presencia asidua como asesora de instituciones interesadas en adaptarse a un enfoque 2.0 en el diseño de exposiciones. En este post queremos acercar su  interesante (y necesario, en nuestra opinión) enfoque acerca de esta manera de entender la cultura.

En entradas anteriores hemos comentado cómo  la participación activa del espectador  es, más que una tendencia, un hecho innegable que  confirma la necesidad de este nuevo modelo de consumidor de dejar de ser únicamente receptor de información  y convertirse en prosumer, es decir, productor y consumidor a la vez.

Simon nos invita a reflexionar sobre cómo y cuándo los museos se aproximan a estos planteamientos procedentes de un nuevo contexto y que tipo de dispositivos o aproximaciones  plantean tanto en la gestión del conocimiento como en el diálogo que establecen con sus públicos.

Sin embargo, a menudo se confunde la introducción de ultimas tecnologías con un cambio real. Como señala Seb Chan, Director de medios digitales y emergentes del Smithsonian, innovación es sinónimo de cambio social y nuevas aspiraciones culturales, mientras que tecnología no siempre implica un cambio.  Es necesario pues  tener en cuenta los diferentes perfiles de los públicos asistentes ya que su participación  o no en el proyecto, dependerá de cómo hayamos pensado el diálogo con ellos. Como comentaba la propia Simon en The Participatory Museum, hemos de observar lo que hacen los visitantes dentro de nuestro museo y planificar cómo queremos relacionarnos con ellos.

Pero aplicar estas premisas en el contexto estatal es bastante más complejo. La ciudadanía norteamericana, que constituye la base el estudio de Simon es, por motivos culturales, más proclive a participar activamente en proyectos que crean comunidades;

Nuestra realidad es distinta y el reto, por ello, algo mayor. Sin embargo, la realidad nos empuja a reconocer que los pequeños cambios son necesarios  y que suelen preceder a otros más importantes. Modificar la percepción de los públicos de nuestros museos y centros de arte para que puedan a entenderlos como un espacio abierto de creación conjunta y comunitaria requiere tiempo y esfuerzo pero, sin duda, es  el resultado de una transformación en la manera en que los propios directores de museos entienden la gestión de su institución.  En cualquier caso, hablar de los modelos de liderazgo que encontramos en las instituciones culturales  es materia suficiente para, al menos, otro post que no tardará en caer.